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Mostrando entradas de noviembre, 2014

Noviembre no te vayas sin mí

Abrí rápido una hoja (digital) donde pudiera empezar escribir; sobre lo que se atravesaba en mi pensamiento, como excremento después de la digestión. Las personas en realidad no valen nada, no valen en sí por lo que pesan, ni por lo que comen, me he considerado sin anestesia una mala persona y lo soy en diferentes y repetidas ocasiones, no le temo al escarnio público, pero sí al olvido y él señores y señoras no hubo un sólo día en que me recordara. Tenía clavada en mi garganta el más exquisito sabor de la frustración. La invite a sentarse en mi mesa y le di de mi comida, le compartí mi oxígeno. Me relleno como a un pavo, burda y grotescamente. Que el odio era opio y yo humo. Entonces recapacite, no sé si era el medicamento, el dolor graduado en pequeñas porciones, o solo era mi cerebro jugando de nuevo conmigo.  Escribir era entonces la mejor excusa para admitir que ni por sentido común, ni lo mejor que hago, lo hago bien. Un par de...

Viaje en bus

Salí de casa con una risa tonta, de esas que no se borran con facilidad, me miré a los ojos antes de salir y éstos me miraron profundamente, a veces me agrado, otras, solo existo. Tenía una blusa blanca, porque es el color de ropa que más me gusta usar. Las gafas de siempre y fui a caminar con la misma música, el viaje era largo y mi cabello corto.  Levante la mano y el bus de servicio público se detuvo, me senté en las sillas de atrás, empecé a pensar sólo porque el sonido de aquel vehículo ya no me dejaba escuchar mis canciones. Imagine éste día y mientras imaginaba empecé a recordar. Lo recordé a  él y mis ojos se llenaron de aguas dulces con algo de sal, recorrí en mi pensamiento los últimos meses que lo tuve cerca, la piel se me erizaba al recordarlo. “No muere una persona hasta que no la olvidas” dijo Isabel Allende en su libro La casa de los espíritus. No había muerto él y tuve ganas de llorar pero el bus estaba demasiado vacío para notarlo. Hay personas que d...