Catarsis (parte 2)

Relatos de sucesos en desorden, con un orden de importancia (de abajo arriba).
La piedra sobre la mesa, no me explico como siempre está ahí, aun cuando creo que la he guardado con las otras. Quizás la excluyo, quizás me gusta mirarla para recordar a quien pertenecía (hecho que al final solo me entristece).

Dos gotas secas y la sangre que espero ver correr sobre mi piel se andan escondiendo de mi desorientación psicológica, entré en un estado de neurosis, rayando en la psicosis, la paranoia y está soledad que es bastante calurosa.

Los días anteriores fueron buenos, no sé a dónde van mis esperanzas cuando llegan las vacas flacas, con sus trajes de astronautas, entonces empiezan las malas decisiones, no voy lejos, pero las letras no quieren salir, los poemas aún no los termino y el fútbol está un poco cansado. Debe ser que no sé qué quiero y con esfuerzo sé que lo extraño.

Extraño constantes cosas en mi vida, luego olvido que existo, me olvido de mí, hasta de mi apellido, el color de mis ojos, el sabor de mis dedos. Susurro en mi mente, sobre un cactus, el libro, su padre y mi enfermedad (que solo es inmadurez), la música baila con mis otros yo (odio sentir que estamos varios aquí discutiendo en el oscuro cuarto sin ventanas, que es tan pequeño como mi paciencia).

17 de enero y empezamos a retroceder, empezamos a rendirnos en la batalla, a perder las guerras de aposta, huimos con tan poca dignidad, sin razonamientos válidos, aferrados siempre a los mismos errores, a la misma gente. Nos quedamos sin agallas, sí, aquí, nosotros.

Las pastas, el alcohol, los libros, las películas, los juegos, las piedras, la cama de siempre con diferentes tendidos, el anillo en mi dedo anular, el cabello crespo, las gafas negras, la misma universidad, los mismos amores y siempre la agotada soledad.

Aún no romperé mi vientre con puñaladas salvajes, ni se secarán mis ojos, ni la sangre correrá una sola carrera. Aún permanezco inmóvil en medio del azotado silencio que grita y me estremece. Con la luna más grande, las estrellas más cerca y su boca pequeña.  Aún con el desborde emocional de mi locura como titular, los días y la universidad, los caminos y mis huesos frágiles, junto a mi corazón torpe, frente a mi rostro pálido y mi cuerpo con kilos demás.


Y sigo aquí esperando que no te vayas, que regreses, que me perdones, que me conozcas, que te pierdas junto a mí. Aquí esperando que despiertes y me beses como en los cuentos de hadas, con la sonrisa de esos dientes pequeños. Sigo esperando que te quedes y me dejes, que me desencantes, que me salves  de esta irremediable ironía.  Sigo aquí esperando que dejes de ser de fantasía y te vuelvas la realidad de todos mis días, pero aún duermo.

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