Ritmo Cardíaco
Entró en la habitación, la luz sigue encendida, la cama distendida, la ventana abierta, todo está igual, sólo no está él. El vaso de agua esta intacto, el reloj marcaba las 8:00 AM. Se le eriza la piel y se le escucha sollozar.
No ves lo que siente, hasta que lo sientes.
El ser humano cansado de andar solo, se ha enlazado una y otra vez, con relaciones estrechas que hacen parte de su rutina.
El apego causa dolores físicos y no existe forma de evitarlos.
Nos hemos quedado sedientos a mitad del camino, ansiosos de un complemento, que suele devorarnos las emociones lentamente.

No puede hacerse a la idea de perder, lo que nunca le perteneció. Pero el alma se ha sentido dueña de ello equivocadamente. Errada decidió mantenerse firme, basada en los deseos saciados por la compañía pero ahora aquel ideal racional y físico se ha ido, algunas veces revivirá en forma de recuerdo y pesará con los años de ausencia.
El azar de la vida a veces no parece estar a nuestro favor, le gusta volvernos personajes dramáticos, fuertes e insensatos.
Acurrucada en el piso, a logrado por fin calmarse, los ojos irritado e hinchados de llorar, con la mirada resignada, se levanta sin mucho ánimo, se sostiene en la idea ser fuerte, de avanzar, se miente un poco para continuar en el juego. Recoge la habitación de él. Por fin su cabeza se hace consciente de su partida, no puede evitar llorar un poco mientras organiza, mientras se re inventa.
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