La no celebración de cumpleaños

Era miércoles y mi día preferido de la semana, cumplía quizás 8 años, no puedo recordar con exactitud mi edad pero si el color de mi ropa; mi madre me había comprado un shorts azul con amarillo, tal vez era un bobito. Aún tenía mis rizos de oro; ese cabello crespo abundante que colgaba por mi rostro, salí a la cuadra a reunirme con mis amigas que siempre han sido mayor que yo, eran las cuatro de la tarde, no sentamos en el árbol que ha guardado los mejores secretos de nuestra infancia; juntas compartiendo sonrisas que se fueron borrando, desvaneciendo, fingiendo... Hasta ser irreales.

Me gustaban los miércoles porque pasaban cosas buenas, odiaba los jueves porque eran su antítesis; ahora odio más que días, odio fechas específicas, con un odio que no es tan profundo, que no pesa tanto, ni carcome el alma sólo la apesta de emociones encontradas.

Después de ese cumpleaños, no recuerdo otro en el que me sintiera tan plena, tan inocente e ingenua. 

Estábamos en el mundial del 2006, recuerdo que fue la primera vez que vi jugar a Cristiano Ronaldo con el Portugal ¡Vaya piernas que tenía ese hombre!; Estaba tirada en el suelo de la sala de mi casa, no era mi antigua residencia y en aquel entonces había sala, hoy no encuentras ni sillas dónde sentarse... ¡Toc, toc, toc! Llamaban a la puerta.
-¡Nana feliz cumpleaños!- Era la primera amiga que hice consciente en mi vida, me abrazó y me felicitó con su voz ronca al oído mientras la puerta de mi casa se cerraba y estallaba dos huevos en mi cabeza, soltó a correr y yo sólo pude sentir la clara deslizarse por mi rostro. 

Nunca me gustó el olor a huevo, imaginen quitarse esa peste del cabello; Esa fue la primera vez que me echaron huevo... Me sorprendió y me incomodó pero ahora extraño esas carcajadas. 

Cumplir años para mi siempre es un problema de actitud, de tiempo y espacio, de vejez; entre más pasan los años los sujetos de mi memoria van distorsionando todo, refrenando los recuerdo, des-fragmentando el mundo en el que había crecido. Entonces olvidas las cosas simples porque estas ocupado entendiendo lo complejo que se comporta un adulto y lo pasteles deja de saber a gloria, ya no tocas el cielo con un chocolate, buscas el orgasmo en la compañía y la felicidad en una copa de vino. Estas cómo perdido, cómo vacío, cómo sin forma o en efecto tienes la forma de todos, ya no eres único, solo eres alguien. 

Entonces ahora son 24 y quisiera que importará un poco que ayer fueran 23 pero no importan, porque lo único que nos queda en este viaje son los momentos, los instantes efímeros que se graban en la mente, que se sienten en el alma y se distorsionan mientras son recordados. Ojalá estuvieras aquí, tu y ella, él, ellas, nosotros, ojalá fuéramos pero sólo somos los que estamos y hay que disfrutar porque no estarán toda la vida.  






Comentarios

Entradas populares de este blog

Discurso sobre el amor (Es tan obvio que no creemos que sea cierto)

Sobrevivir y revivir, vivir

Lazos (Carta a L.A.R.)