Desenfreno y resignación.
No me pasó nunca,
O quizás me sucede siempre.
El atascarme en el amor,
Como un miedo atascado en el tiempo.
¿Cuándo te conocí?
Ya no lo recuerdo,
Mi mente es un dilema de abreviaciones sin sentido,
Y tu sin duda eres la discordia de mis pensamientos.
Pero te conocí un día, un día que no fue el primero, ni el último.
Te conocí como se conoce el poder de la mano izquierda con la inutilidad de no poder usarla nunca.
Eras fuego, fuego que quema, no sanas, no trasnformas, tu solo consumes.
Y a la dos noches siguientes estaba yo consumida por tu encanto.
Me gustaría evocar el arrepentimiento,
Pero es demasiado tarde para excusas.
Disfrute a la mereced todos nuestros pecados políticamente incorrectos.
Y cargué con la culpa como siempre,
Ahora la tierra a dado la vuelta,
Y tú cómo sujeto ajeno,
Te has perdido en la tormenta de tus deseos.
Desconozco lo que sientes.
Ni siquiera puedo cuestionarlo.
No me perteneces, no eres nada.
Pero yo, yo soy olvido y lo sabes.
Es tan sencillo olvidar lo que deja de servirnos.
Porque al final parece que solo nacimos como objetos que al perder el valor se van al rincón.
Y aquí estoy ahora, susurrando entre tus sueños marchitos y mi amor a medias.
Viéndote con los mis ojos que te miraron la última vez.
Con la sensación de terminar, aunque sea por primera vez.
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