Decanatura en tu historia.
La gotas de lluvia sobre mis mejillas y tu recuerdo soberano sobre las memorias de la historia que nunca fue.
Tengo un máster en tus labios y un doctorado en tu piel. Te recorrí como quien camina 40 años en el desierto en busca de leche y miel.
¿Cuánto tiempo más gritaras mi nombre en tu cabeza?
Me miraste fijamente la última vez y en tus ojos el vigor de un valiente, que no tiene miedo a dejarme ir. Sonreiste y respiraste lento para no perder el control.
Me viste marchar y escuché en mi alma, tu alma gritar - ¡Voltea! ¡Voltea! Casi suplicante, no hiciste ningún ruido y yo me fui sin mirar atras.
Tan acostumbrados al amor que no merecemos, tan acostumbrados a los adiós que nunca fueron una despedida. Tan acostumbrados a perder que parecía ganancia.
Me miras y el amor te brota por los ojos, todas las murallas que construiste, se rompen con sonrisas, todas las puertas que cerraste se abren cuando hago pucheros, te rindes por instantes y te quedas vulnerable, como si tuvieras el alma desnuda. Te averguezas y tu ego sobresale como fiel guerrero de hielo, me alejas una y otra vez, te veo correr en círculos sin dejar de mirarme, caminas hacía a mi cuando empiezo a ignorarte.
¿Cuando me convertí en tu atracción favorita?
La diversión, la adrenalina, la potencia de sentirte plenamente cuando estoy junto a ti.
A veces no se si me amas, o solo amas lo que te hago sentir. La atención, la admiración, las sonrisas, la compañía, las conversaciones reales, que te miren con el alma y se queden aún después de ver, la tormenta que eres.
Soy tan real pero, no puedes verme si cierras los ojos para repetir que soy tan solo otro mal sueño.
Corres a kilómetros de mi y tu camino vuelve a cruzarte en la misma calle, en otra ciudad, a cualquier hora.
Tengo un asilo en tu cabeza y duermo en tus anhelos, te saboreas en tus emociones, pero no logras que mi recuerdo se desvanezca. Soy como un tatuaje en tus pensamientos, no se borra aún cuando no lo mires, soy como la hierva que crece en terreno infértil y aunque la arrancas siempre logra volver a florecer.
Te enamoraste pero no pudiste pronunciarlo frente a mi y ahora los sentimientos se atrancan en la cabeza y te ahogan los silencios de las conversaciones que ya no tenemos, te pesan los actos que elegiste no hacer y me ves marchar nuevamente, mientras tu alma sigue gritando - ¡Voltea! ¡voltea! ¡Voltea! pero sigues sin pronunciar ni una sola palabra.
Aranttza M.
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