Viernes Obscuro
La casual coincidencia no existe
como sorpresa ordinaria, no sin antes haber sido predeterminada con detalle.
Calcule una cita con el destino y he llegado tarde. Entre eso y mi mal humor,
coexistir como un ente normal se me dificultad. Admití el hecho de que los
imposibles son mejor aceptarlos que pretender cambiarlos y diré que ahora la
carga es un tanto menor, sin arreglar el hecho de mi letargo.
El mundo se mueve como
seduciéndome, pero no me alcanza y su belleza ni siquiera me toca, até entonces mi
conciencia a una piedra grande, por si ésta quiere salir volando, algo de
dignidad y escrúpulos se debe conservar para sobrevivir moderadamente y eso
intento, aunque vale la pena aclarar que la mayor parte de ellos son un
fracaso. Estoy más pesimista que de costumbre, que es probable que me arrugue
rápido de tanta amargura interna, por suerte no creo estar viva para ver ello.
Es viernes y los neandertales
andan alborotados, tengo hambre pero igual los vomitaría en la cara, solo para
arruinar su fétida realidad. Ya no se distingue entre los ricos, los pobres,
todos incultos, impropios de dignidad, la clase no la define la economía o la
sociedad todo esto va a cuenta de la mala educación. Estamos tan pobres que
estamos más vacíos que con sentido.
Nietzsche creía que las personas
como yo estamos en medio de todo y al extremo de nada, que caminamos con el
alma muerta, no deberíamos existir en el mundo. Vivimos para matar el cuerpo,
mientras el universo nos carcome el ser. Somos las multiplicación de sin
sabores disfrazados de humanos.
Ahora quienes suelen leerme,
saben que ya no escribo de amor, ni de esperanzas. He despertado y mis ojos se
han llenado de orgullo y prejuicios, nada se compara al entendimiento y no hay
cosa alguna que modifique la verdad que esta realidad paupérrima nos declaró.
El cansancio es mutuo, mi mente y
mi cuerpo claman a gritos que me calle, que me marche y que regrese a dormir un
poco antes de morir.
Comentarios
Publicar un comentario