Vivir plenamente (Versión 2.0)


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22/11/2015

Todo comenzó cuando ella tenía 9 y yo 7 años, fue uno de esas casos extraños de personas con vidas difíciles fáciles de complacer; Nos hicimos amigas, durante casi 17 años compartimos el mundo pero nunca las mismas ideas, ella era un rojo ardiente, yo un azul variable y manso, con los años me volví ágil pero jamás pude ser como ella. Cuándo dejamos de ser simples niñas que jugaban en medio de las calles los problemas empezaron a pesar. Cada una cargaba en su interior la realidad, ella con un par de lágrimas que se borraban después de un rato en la pista de baile vivió plenamente, no conocí otra persona que se sintiera más satisfecha con lo que tenía.

La mañana después de su muerte, cuando la noticia llegó a mis oídos por un instante no sentí nada, no dolió nada, unos minutos después toda nuestra historia me cayó encima; sigo recogiendo los escombros de su ausencia.

Ese día fue largo, ansiosa esperé la noche para llegar en el carro de un extraño vestida de negro con los ojos sedientos y cansados de llorar, bajas el pie directo a un charco salpican lágrimas sobre tus mejillas, contienes la respiración, practicas juegos mentales para mantenerte estable, no funciona.
Ya eran las nueve de la noche, entré al velorio sin mirar a nadie, el corredor estaba lleno de personas, todos estaban de pie en una larga fila hacia el ataúd. Miré a algunos de sus parientes pero entendemos que no hay ningún consuelo para esos momentos, me adelanté en medio de la gente para ver el cadáver, esperaba hallar la marca del tiro que atravesó su cabeza, toqué el vidrio en señal de presencia y despedida.
Salí, no dejaba de llover, cada vez llegaban más motos, seres extraños que no conocía, mujeres gritando -¡Mi parcera! ¡Despertate mona!- la llovizna no paraba, caminé hacía la avenida, en la primera esquina me choqué con un grupo de conocidos que fumaban yerba, miras la multitud de extraños que confunden sus tristezas con alucinaciones mientras llenan sus pulmones de marihuana.

Los días siguientes sólo te llenas de acusaciones y prejuicios, los recuerdos toman vida y en un minuto te encuentras 5 años atrás sentada afuera de su casa planeando el fin de semana, escuchando la historia de su nuevo amor, del hombre con el que después de volarse de casa se había tirado en el baño de un apartamento. Las carcajadas de su voz ronca retumbaban en la cabeza como golpes en el pecho.




¿Por qué la matarían a ella? Divagas como cobrar venganza, como tomar un arma y disparar justo en medio de las cejas ¿Cómo hacerlo posible? ¿Cómo hallar el culpable? Jugar a ser Dios, auto-compadecerse y no conseguir nada. Dormir y soñar con ella; verla sonreír mientras te abraza y te consuela, sin explicaciones comprendes que está en el lugar que ahora debe estar, satisfecha como siempre porque vivió plenamente, vivió como nadie, a lo que llamabas mal, lo que tus ojos juzgaban ella simplemente lo llamaba vida, lo llamaba felicidad, piensa lo infeliz que pretendes ser cada día complicada por pequeños detalles que te hacen sobrevivir en una selva que puedes estar disfrutando. Sonríes con lágrimas; entiendes que esa pequeña estúpida si supo vivir y por un instante puedes sentir el alivio que ni un asesino le pudo arrebatar.


Comentarios

  1. Gracias mujer por abrir tu corazón arrítmico y compartir tus mas profundos sentimientos....te quiero mucho y sé que eres una escritora pura, una excelente dibujante y una artista que much@s aún no conocen, no pares linda...Margarita María Díaz

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